¡Hola!
Volvemos con un post de escritura, esta vez sobre los personajes.
Una vez que tenemos la idea planteada, es conveniente pensar en nuestro(s) personaje(s) principal(es), pues son los que sostienen la historia junto con la trama y convencer al lector de quedarse leyendo o, por el contrario, abandonar la escritura.
Cada escritor/a es un mundo y tiene su forma de crear a sus personajes y darles forma y matices. Pero un recurso muy utilizado es la ficha. Si buscáis por internet encontráis fichas completas y mini-fichas, dependiendo de lo que te sirva mejor.
En las completas encontráis una gran cantidad de información sobre el personaje para rellenar y su relación con el resto de personajes de la historia. Gracias a esta ficha tendréis claro cómo son nuestros personajes físicamente, cómo habla, se viste, se comporta...qué pasado tiene, sus rasgos distintivos, su carácter y porqué se comporta como se comporta en la historia.
En las minifichas escribiremos unos datos mínimos, como si fuera el boceto de tu historia. Es muy útil sobre todo para definir a los personajes secundarios, que tienen menor relevancia pero también es necesario tenerlos en cuenta.
Es decisión vuestra y cuestión de gustos pero, ante todo, os recomiendo definir todo lo que podáis a los personajes, sobre todo a los principales, para que a medida que avance la historia no entréis en incongruencias. Es clave que os expandáis en su aspecto, sus manías, virtudes y defectos (NO EXISTEN PERSONAJES PERFECTOS), sus costumbres, su forma de vida, sus relaciones... igual que un actor debe conocer todos los rasgos del personaje que interpreta para poder meterse en el papel, el escritor igual. Debemos conocerlos como a nosotros mismos.
Si hacemos los personajes perfectos, sin fallos, que todo el mundo los ama...corremos el riesgo de crear una Mary Sue o un Gary Stu. Pero, pero, pero... ¿¡Qué es eso Karlee!?